Por José Tomás Andueza –
Hay consenso en toda Latinoamérica que levantar capital en la región este año será mucho más difícil que hasta el año 2021. Sin duda, la pérdida de 27 mil millones de dólares de SoftBank el pasado año fiscal es en parte responsable. Esta pérdida se explica principalmente por el mal desempeño de su fondo Vision Fund (el más grande fondo con foco tecnológico del mundo), compuesto principalmente por acciones de empresas y startups tecnológicas, las cuales han caído aproximadamente un 80% desde su debut (y por lo tanto, han colapsado las startups reales detrás de las acciones).
La misma compañía mantiene uno de los fondos para startups más relevantes en LATAM, que, aunque reportó buenos resultados el 2021 con un 9% de ganancias (Bloomberg, 2022), lo más probable es que se vea afectado por el desempeño del Vision Fund. El mismo Softbank ha declarado que serán más exigentes en relación a futuras inversiones, hecho que también ha sido seguido por algunos fondos de Venture Capital en Chile. Por otro lado, la guerra en Ucrania y la ola inflacionaria que estamos experimentando a nivel mundial, han elevado las tasas de interés, lo que hace más atractiva la inversión en otros instrumentos de renta fija y aumenta la aversión al riesgo.
Como resultado, de acuerdo a lo publicado hace unos días por La Segunda, la inversión el primer trimestre 2022 en Venture Capital en América Latina cayó un 29% respecto al año anterior.
Ahora bien, sabemos el mundo de los VC se mueve por la rentabilidad y la alta valoración de las startups, la posibilidad de obtener un 25x o más en alguna de sus inversiones, pero existe otro actor que puede surgir como el gran aliado para financiamiento, al mismo tiempo que sirve de apoyo para el escalamiento de Startups. Me refiero al Corporate Venture Capital (CVC). Existen varios modelos de negocio dentro de los mismos, algunos con foco más financiero que otros, pero la característica que tienen en común es que sus inversiones no son realizadas por el puro retorno económico en la “pasada” del “exit”, sino más bien por alineamiento con los objetivos estratégicos del inversionista.
Los corporativos buscan trabajar e invertir en startups por variadas razones, tales como acelerar el “time to market”, acceder a nuevas tecnologías, acceder a conocimiento y recurso humano, potenciar su propuesta de valor, incorporar aceleradamente nuevas líneas de negocios e incluso bloquear nuevos entrantes. Por su lado las startups buscan trabajar con las las grandes empresas por el financiamiento y la reputación, pero también por la base de clientes u otros activos “tradicionales” que éstas pueden aportar. Las inversiones en startups desde los CVC a nivel mundial representaron un 26% del total durante el 2021, un 6% más de lo que representaban en 2015 (GCV Analytics, 2022), una tendencia que seguro irá al alza en los próximos años. Hoy en día existen en Chile sólo algunos corporativos con unidades dedicadas a esto, como lo son por ejemplo COPEC, CMPC, EMASA, ABCDIN y el más reciente CENCOSUD. Es de esperar que poco a poco más empresas se irán sumando formalmente al mundo del Corporate Venturing.
El hecho que los Venture Capital serán más exigentes y precavidos a la hora de invertir, abre una oportunidad para el mundo de CVC, ya que las empresas podrán acceder a muchas startups que hasta hoy eran más difíciles de capturar, dadas las mayores alternativas de inversionistas en Chile y el extranjero que solían tener, y por la lentitud y burocracia de las empresas. Es una oportunidad única para las empresas, que deberán prepararse y adecuarse internamente para ser capaces de trabajar al ritmo de las startups, y generar sinergias y ventajas competitivas. Lo que ya sabemos es que será más difícil volver a ver en el corto plazo las inversiones millonarias del 2021 y las startups se volcarán a buscar modelos de vinculación con las empresas, distintos de la inversión de capital, en el corto plazo.