Por Trinidad Beuchat –
En el vertiginoso mundo empresarial de hoy, la innovación se ha convertido en el eje central de la evolución y el progreso. Sin embargo, su efectividad radica no solo en su capacidad para generar ideas disruptivas, sino también en su alineación con la estrategia de negocios. Es crucial comprender que la innovación no debe ser vista como una entidad separada con objetivos aislados, sino como un vehículo para el logro de los indicadores clave del desempeño empresarial.
En este sentido, en lugar de considerar el cuadro de mando de la innovación como un sistema independiente, debemos entenderlo como una extensión directa del cuadro de mando del negocio. Cada métrica de innovación, desde la tasa de éxito de los proyectos hasta el tiempo de comercialización, está intrínsecamente ligada a los objetivos del negocio establecidos. Por lo tanto, es fundamental que las empresas integren plenamente sus estrategias de innovación dentro de su marco estratégico general.
Esta integración completa permite a las empresas obtener una imagen más precisa del impacto de la innovación en el negocio. Además, facilita la identificación rápida de áreas de oportunidad y desafíos potenciales, lo que permite a las empresas tomar medidas correctivas de manera oportuna y eficaz.
Al reconocer que el cuadro de mando de la innovación es, en realidad, el cuadro de mando del negocio, se refuerza la idea de que la innovación es un vehículo para el logro de algunos de los indicadores del negocio. Esta perspectiva promueve la integración completa y holística de la innovación en la estrategia empresarial, asegurando que cada iniciativa de innovación contribuya directamente al éxito a largo plazo de la empresa.