Por Lina Bocanegra –
El cambio de siglo ha presentado distintos desafíos para la humanidad: el cambio climático, la crisis migratoria, el desempleo, la pobreza, entre muchos más. Afrontarlos se ha vuelto nuestra responsabilidad y la urgencia por solucionarlos crece cada día. Hace muchos años la solución a estos problemas venía de la filantropía, es decir, a partir de donaciones las empresas proporcionaban dinero o recursos en especie a alguna causa social. Sin embargo, este paradigma ha ido cambiando, puesto que algunas empresas y emprendimientos se están esforzando por ir más allá y, desde sus operaciones, generar un impacto real que trasciende lo económico. Ahora la pregunta se ha vuelto: ¿se puede ser rentable y generar a su vez un impacto positivo en nuestra sociedad? A primera vista puede que esos objetivos parezcan incompatibles, pero al mirarlos más de cerca podría responderse con un gran ¡sí!.
El primer paso es replantearse la forma en que estamos haciendo actualmente las cosas o, dicho de otra forma, encontrar ese gran dolor que se desea solucionar.
Hay dos preguntas centrales para un emprendedor que desee llevarlo a cabo: 1) ¿qué problemática social o ambiental se desea resolver? 2) ¿cómo puedo construir un emprendimiento social que tenga un modelo de negocios sostenible en el tiempo? Así mismo, es clave identificar si el emprendimiento trabajará en desarrollar una innovación social. Este campo se dedica a la creación de “una solución novedosa a un problema social que es más efectiva, eficiente, sostenible, o justa que las soluciones existentes (…) puede ser un producto, un proceso de producción, o tecnología, pero también puede ser un principio, una idea, una pieza de legislación, un movimiento social, una intervención, o alguna combinación de estos”, según señala Ashoka Chile y 2811.
Por otra parte, tanto para las empresas como para los emprendimientos sociales será clave encontrar el propósito. Según Simon Sinek, conferencista inglés y creador de la teoría del Círculo de Oro, las empresas deben empezar por preguntarse cuál es su por qué, es decir, ¿cuál es el propósito detrás de sus acciones o de lo que se ofrece? ¿Por qué existe su empresa o emprendimiento? Una vez encontrado, ese será el gran mensaje que ayudará a inspirar a quienes están dentro de la organización como a los futuros compradores que se podrán ver movilizados e inspirados por este.
Si este propósito va más allá de generar rentabilidad y está acompañado de tener un impacto positivo para la sociedad, la empresa podrá apostar por convertirse en una empresa B, organizaciones que se orientan a generar un triple impacto con soluciones basadas en tres pilares: social, económico y ambiental. Si desea tomar este camino, la empresa podrá certificarse con Sistema B en el que se mide y analiza las 5 áreas más relevantes de la empresa: Gobierno, Trabajadores, Clientes, Comunidad y Medio Ambiente. A partir de allí se detectan puntos de mejora y oportunidades para poder llegar a ser un agente de cambio que potencie el triple impacto. Una vez certificada la empresa entra a ser parte del movimiento B, que cuenta con 6271 empresas a nivel mundial y 1006 en Latinoamérica en Enero de 2023.
Por último, las empresas deben dejar de pensar en piloto automático y detenerse para aclarar cómo su propósito puede contribuir a generar una economía colaborativa que beneficie a todos y cuide de nuestro planeta. Hoy más que en otros tiempos tenemos la responsabilidad y los medios para generar soluciones sostenibles que además de producir un impacto económico también puedan beneficiar al lugar que habitamos.